Crónica de un fracaso anunciado

La noticia que en el día de hoy ocupa la portada del diario Clarín es una consecuencia de la improvisación y de la falta de políticas de Estado en áreas muy sensibles de la sociedad. Que la Argentina lidere el ranking de consumo de cocaína entre estudiantes de nivel medio muestra a las claras hasta dónde llega el fracaso de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar).
La nota recoge los datos surgidos del Primer Estudio Comparativo sobre Uso de Drogas en Estudiantes Secundarios de Países Sudamericanos, realizado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y la Comisión Interamericana para el Control de Drogas, de la Organización de Estados Americanos. El informe destaca, entre otras cosas, que "entre 2001 y 2005 el consumo de cocaína entre escolares creció un 170%, y el de pasta base, más de un 200%". Más allá de las verdades de Perogrullo que se incluyen en la nota (la íntima relación entre el consumo de alcohol y, a posteriori, el de drogas pesadas y adictivas), lo real es que el país hace punta en lo que se refiere al crecimiento en la demanda de drogas por parte de los jóvenes.
Las consecuencias del alza quizás tengan que ver con políticas erróneas de prevención y, en parte, por la desidia de familiares y una red social que prefiere mirar para otro lado.
En agosto de 2004 fue reemplazado de la Sedronar Wilbur Grimson, un especialista en lo que se refiere a las adicciones y la lucha contra en narcotráfico. Así las cosas, en un área técnica (donde debe pesar la trayectoria y el conocimiento) se realizó un cambio político y se nombró como titular del organismo al odontólogo José Ramón Granero, ex vicegobernador de Santa Cruz y hombre de confianza del presidente Néstor Kirchner. Antes de llegar a la Sedronar, Granero ocupó un cargo como director del PAMI, en un sector que, al parecer, tenía mucha más relación con sus títulos médicos.

Las cifras dadas a conocer por la OEA producen pánico y demuestran que las estrategias trazadas por la actual administración van por un camino equivocado. Por otro lado, la nota de Clarín mencionas, además, que "el problema es mucho mayor porque el relevamiento sólo incluye a chicos escolarizados: quedan en las sombras millones de jóvenes que están fuera del sistema educativo y que son, para colmo, quienes mayor riesgo tienen de sufrir adicciones".

Las políticas de improvisación provocan estos efectos irreparables: aumento del tráfico, alza del consumo a edades cada vez más tempranas y, por último, crecimiento del delito. En épocas donde la compra y entrega de estupefacientes se realiza hasta por Internet, con mecanismos de "venta" alternativos (y uso de laboratorios clandestinos móviles), la acción debe focalizarse en la raíz del problema. La represión contra el narcotráfico debe ser ejemplar y representativa. El tráfico de drogas debe ser un delito y no un negocio que, más temprano que tarde, cambiará radicalmente la vida cotidiana de los argentinos responsables.