La NO comunicación de Aguas Argentinas
Finalmente el martes pasado el Gobierno anunció la reestatización del servicio universal que prestaba la empresa Aguas Argentinas. La decisión de crear una compañía estatal que a partir de ahora controle de manera integral la provisión de agua y servicios cloacales en la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal es, ni más ni menos, que la consecuencia del enorme cortocircuito que se produjo en enero del año pasado, previo a la gira que realizó Néstor Kirchner a Francia.
En el caso de Aguas Argentinas en particular se produjo, quizás, un error de comunicación que es moneda corriente en estos últimos tiempos: el silencio y la pasividad a la hora de informar por parte del grupo Suez y su controlada en la Argentina. Algo similar, pero en otro contexto, ocurrió con Southern Winds durante la crisis por las "narcovalijas" a principios del año pasado: la empresa nunca habló y posteriormente cayó en picada sin posibilidad de reacción.
Más allá de cualquier análisis político o económico sobre esta medida, la realidad indica que la empresa francesa tomó la decisión de retirarse de la Argentina el 19 de enero del año pasado, antes de la gira presidencial al país galo. Las multas acumuladas por la compañía y la imposible renegociación de tarifas a raíz de una nueva realidad cambiaria fueron algunas de la razones por las que el grupo Suez decidió ponerle punto final a un contrato vigente desde 1993.
Y así las cosas, el silencio de Suez y el tiempo transcurrido le jugaron a favor a un gobierno que en todo este lapso no pudo encontrar un socio para el negocio (?) del agua y que finalmente tomó la determinación más dañina: finalizar el contrato y reestatizar el servicio.
En cuanto a estrategias de comunicación, la posición particular de Aguas Argentinas como privatizada casi monopólica le permite a la empresa tener un canal exclusivo de comunicación con sus públicos objetivos: clientes, medios, proveedores, comunas, gobierno, etc. En este escenario no hay "competencia" comunicativa entre empresas prestatarias de un mismo servicio y eso convierte a Aguas Argentinas en un emisor exclusivo para toda la sociedad. Este esquema sería el soñado para cualquier departamento de comunicaciones que se precie ya que ofrece un marco de difusión absoluta, sin ruidos ni interferencias. En este contexto, durante más de un año Aguas Argentinas apeló a negociar (con el Estado) sin comunicar y posteriormente mantuvo su posición en el más absoluto de los silencios. Más allá de cualquier resultado buscado (quizás el que se dio), la metodología utilizada por la compañía en este proceso fue errónea de punta a punta porque jamás apeló a todas las herramientas de comunicación que tuvo a disposición.
Independientemente de orígenes y sectores, las empresas privadas siempre deben comunicar al público sus razones estratégicas porque el silencio es un vacío que tarde o temprano alguien va a llenar. Tan simple como vender y ofrecer (un servicio) es comunicar. Y quizás más necesario ante una comunidad cada vez más informada y conectada entre sí.
Por último, es perjudicial para el país la salida de Aguas Argentinas. Más allá del servicio, el Estado nunca entendió que la realidad del país cambió desde la firma del contrato, en la década pasada. El ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, manifestó en su momento que el acuerdo debía renegociarse y casi pagó con su puesto cuando declaró que las tarifas debían aumentarse en casi un 16 por ciento (Suez reclamaba una recomposición del 60%). Con todo congelado (tarifas, inversiones, negociaciones)...hace rato que Aguas Argentinas dejó de operar en el país, pero NUNCA se le avisó a la opinión pública. Comunicación turbia, aguas turbias. Perdió la empresa y perdió la gente.
Etiquetas: Comunicación
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