LZ Press LZ Press: Esperando a Munich

MI PARTICULAR MIRADA SOBRE LA PRENSA Y LA COMUNICACIÓN UNIVERSAL

enero 26, 2006

Esperando a Munich


Las salas porteñas ya están preparadas para proyectar uno de los estrenos más fuertes de este comienzo de año. Se trata de Munich, la última película dirigida por Steven Spielberg. Como espectador, los datos que poseo sobre el film son muy pocos. Apenas algún comentario que pude leer durante la entrega de los premios Globo de Oro (Asociación de Prensa Extranjera), pero casi nada. Por el contrario, durante mi juventud (la recién entrada...porque aún soy un joven que siempre pregunta por qué) me atrapó el episodio y desde luego que leí cuanto relato tuve a mano para enterarme de los detalles más mínimos. ¿Cómo pudo perpetrarse semejante atentado (pre Torres Gemelas...obvio, después de aquel 11 de septiembre nada es inimaginable)? ¿Cómo encontraron a los responsables que se habían dispersado por toda Europa?


Septiembre Negro fue uno más de los tantos grupos terroristas radicales palestinos nacidos en el último tramo de la década del '60. Muchos de sus integrantes recibieron apoyo (entrenamiento, armas, etc) de la KGB, el antiguo servicio de inteligencia ruso. Pero..."dale la soga a quien no debes y aparecerás colgado". Y así ocurrió. A comienzos de los '70, Septiembre Negro asaltó la embajada israelí en Bangkok y luego de tomar rehenes negoció con las autoridades tailandesas la salida del grupo hacia El Cairo. La matanza de los atletas israelíes en Munich fue un plan elaborado por Ali Hassan Salameh, también conocido como el Príncipe Rojo, líder del grupo terrorista. Después de los asesinatos, un grupo de elite del servicio secreto de Israel operó para econtrar en distintas partes de Europa a los responsables (materiales e ideológicos) del sangriento plan. Los nueve criminales fueron encontrados en ciudades diversas como Paris, Roma y Nicosia (Chipre). Salameh huyó a Beirut (Líbano) y al tiempo también pudo ser localizado para rendir cuentas.

Antes de la masacre en Munich, los grupos terroristas palestinos ya habían comenzado a tomar sedes gubernamentales israelíes y aviones que tenían a Tel Aviv como destino final. Quizás una venganza ejemplificadora daría un golpe de efecto para evitar la seguidilla de ataques contra dependencias de origen judío o israelí. Los once balazos que recibió el terrorista que se escondió en Roma, uno por cada atleta asesinado, fueron un claro mensaje para el terrorismo organizado de aquella época. Fue un punto de inflexión en la lucha contra los enemigos ocultos.

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