Perlita de Guinzburg (fuera de tiempo, pero válida)

El diario del "clarinete" casi no tiene lugar en este blog (por motivos que ahora no vienen al caso, pero que el lector 1/2 sabrá comprender). Más allá de eso, ciertos pensadores a veces superan al medio y, por supuesto, son de lectura casi obligada. Este es el caso de Jorge Guinzburg y su columna "desde el diván", un espacio para no pasar por alto y que muestra a Jorge con todas sus luces. Para muestra, la edición del 24 de septiembre fue brillante de principio a fin, con una metáfora futbolística fácil de entender y con números que algunos pícaros usan para mostrar una sola mitad del vaso argentino.
Estos son los primeros párrafos de ese "diván":

"Poco antes de salir de casa rumbo a la cita obligada con el terapeuta, decidí revisar mi correo electrónico. Escondido entre los cien mails ofreciendo Viagra sin receta, treinta de salutación por el Año Nuevo judío y cuarenta más presentando nuevos sitios periodísticos, había uno diferente. Relataba en su adjunto esta historia: un empresario futbolístico le cuenta a Mauricio Macri que, en el Líbano, surgió un jugador de fútbol extraordinario, un goleador implacable capaz de marcar tres tantos por partido. Tanto insiste que, a pesar de la guerra, Macri viaja a Beirut y lo comprueba con sus propios ojos; en efecto, Abdul al Kaizar, un delantero de área completo, hace tres goles en cada partido.

Después de rápidas negociaciones, por un precio muy bajo Abdul viene a la Argentina y, luego de una semana de estar concentrado con el primer equipo, debuta en la primera de Boca. En un solo partido se convierte en ídolo de la hinchada, conquistando cuatro goles espectaculares.

Al finalizar el partido, después de responder al asedio periodístico, Abdul, preocupado por los suyos y para contarle lo bien que le había ido en la cancha, llama a su esposa desde el mismo vestuario.

—Hola, Yazmila. ¿Me escuchás bien? Me fue fantástico, me ovacionaron en todo el estadio, hice cuatro goles... ¿Y ustedes cómo están por allí?

—Por aquí todo mal. Ayer mataron al abuelo, anoche hombres armados quisieron entrar a casa. Esta mañana intentaron violar a la nena y a mí me robaron todo lo que llevaba encima. Además no podemos dormir por los disparos, el ruido de las sirenas y los gritos de la gente. ¡Vos tenés la culpa!

¿Cómo decís eso? —pregunta Abdul—. ¿Por qué voy a ser yo el culpable?

¡No te hagas el inocente! —responde Yazmila del otro lado—. ¿Quién nos trajo a vivir a Florencio Varela?

Como toda construcción humorística, el relato caricaturiza una realidad: la inseguridad en la provincia de Buenos Aires. Si bien, más allá del chiste, nadie puede dudarlo, la Argentina no es el Líbano.

Mejor dicho, ninguna de las dos Argentinas. Porque tampoco hay dudas de la coexistencia de dos territorios paralelos en los que vivimos sin que nos dejen elegir en cuál queremos estar.

Hay una Argentina en la que la pobreza disminuyó un 7 por ciento en el primer semestre y otra Argentina en la que viven más de 12 millones de indigentes.

Una Argentina con récords de crecimiento industrial y otra sin gasoil".

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¡¡¡Grande Jorge!!!